No sé qué descripción es mejor, si las panaderías de las sonrisas o las sonrisas de las panaderías. De lo que desde luego no tengo ninguna duda es que independientemente de si fue el huevo o la gallina, siempre hubo un nido. Un nido de personas motivadas por la solidaridad, por la cercanía, por la humanidad. Ese nido, esas personas, han dado nacimiento a una de las historias más bonitas que hemos vivido esta última temporada.
Todo empezó en octubre cuando E, una mujer espectacular, nos escribió para proponernos algo. Tras conocer la campaña de las pulseras, la campaña Sonrío Por ti, tuvo una idea genial. “Ya que regento varias panaderías en Barcelona, ¿Por qué no intentamos llevar la concienciación a algo tan cotidiano, tan diario, como puede ser comprar el pan?”
La idea, evidentemente, desde el principio nos pareció maravillosa. Y desde entonces, poquito a poquito, pasito a pasito, esa idea fue convirtiéndose en una realidad. Diseñamos unos pósters, mandamos el material, les apoyamos en lo que nos pidieron y hoy, casi dos meses después, hay un montón de personas que además del pan, se llevan o han llevado una fuente inagotable de ánimo, cariño y cercanía.
Las pulseras siguen en esas panaderías. Os animo a buscarlas y, sobre todo, a conocer a las maravillosas personas que cada día transmiten el torbellino de emociones que transmite algo tan simple como una pulsera con una simple frase: “Sonrío por ti”.
Esto no es más que otro ejemplo de que las tareas de concienciación o los proyectos de cooperación no dependen ni deben depender únicamente de las grandes ONGs o los gobiernos. Cada uno y cada una de nosotras, a nuestro nivel, en nuestro contexto único y particular, podemos generar pequeños inmensos impactos.
Mil gracias E, mil gracias a todas las personas que trabajáis en esas panaderías. Mil gracias por darnos esta lección, por enseñarnos tanto. Mil gracias por la naturalidad, la humildad, la cercanía. Vuestras sonrisas valen millones.
Mil gracias, de corazón, por hacer todo esto posible.
