Después de años queriendo lanzar algún proyecto de este tipo, al fin NUEVI es una realidad. Los que me conocéis ya sabéis que llevaba mucho tiempo pensando en crear algo así; a algunos incluso os habré preguntado cosas sueltas sin deciros para qué era.
Para mi este proyecto es todo un orgullo por muchas razones. En primer lugar, porque al fin he tenido el valor y la decisión para lanzar algo mío. En segundo lugar, porque va dedicado a hacer lo que más me gusta en el mundo, ayudar a la gente que más me ha enseñado en este mundo. Y en tercer lugar, porque más allá del proyecto, genera emociones. Los que me habéis leído en el blog, veréis que soy mucho de expresar mis emociones. Y es que creo que las emociones son el mejor premio, la mejor recompensa, el mejor regalo que se puede recibir.
En esta línea surgió la idea de Nuevi. Quería ayudar haciendo que la gente que ayudara sintiera realmente que ayudaba. Complejo, lo sé. Me explico mejor. Soy fiel defensor del voluntariado, de la ayuda humanitaria, de la solidaridad. Sin embargo, creo que muchas veces, el querer crecer como organización conlleva la pérdida de la parte más crucial de un proyecto solidario: la cercanía en la relación institución-usuario. A todos y en cualquier momento, aún mas de voluntario en un país desfavorecido, nos encanta sentirnos arropados, queridos. Y nos puede gustar ayudar, pero está claro que uno ayuda mucho mejor cuando se siente bien. El hacer sentir bien a alguien por hacer una buena acción como ayudar a los más necesitados, me parece que es tarea de todos, pero más todavía de la organización que hace de vehículo para esta ayuda.
Y esto es lo que quería con Nuevi, hacer sentir bien a la gente por hacer algo, a mi modo de ver, espectacular. Dicho de un modo un poco más informal, mimar un poco a todos los que sacáis un tiempo para intentar ayudar a los que más lo necesitan. Este agradecimiento por el simple hecho de querer ayudar creo que motiva a esa persona a seguir ayudando, engancha emocionalmente al igual que lo hace el estar de voluntario en terreno. Este vínculo emocional tan fuerte que se crea cuando vas a un lugar de estos a ayudar, es lo que quería traer a las casas de la gente que, por la razón que sea, no puede ir a terreno pero tiene las mismas ganas de cambiar el mundo. Agradecer las buenas acciones es, sin duda, un comienzo maravilloso para crear una comunidad, una sociedad feliz, unida y comprometida.
Personalmente, aunque no os quepa la menor duda de que dejaré hasta el último aliento en intentar sacarlo adelante, no sé cómo saldrá el proyecto. Aun así, pase lo que pase, para mí ya ha sido un éxito. Un éxito absoluto. Se me ocurrió una forma diferente de hacer una donación y me fui a Perú con el único objetivo de sacaros una sonrisa tonta al volver, de que sintierais parte de esa emoción que se siente allí y no puede meterse en una maleta, que sintierais ese "gracias" tan sincero que me mandaron que os repartiese. Y creo que lo hemos conseguido. Esta ha sido mi forma de daros las gracias por participar en proyectos tan bonitos como éste. Yo cierro el viaje lleno de emociones, de agradecimientos. Agradecimientos a vosotros fundamentalmente. Por un lado, por ayudar desinteresadamente a esa gente a la que tanto quiero y, por otro, por confiarme la labor de sumergirme en lo más profundo de algunas de las familias más pobres de Lima para repartir ilusión, esperanza y sonrisas. Sonrisas a mansalva. Sonrisas de ellos, sonrisas mías y sonrisas vuestras. Gracias, gracias y más gracias por ayudar a esta gente. Pero, sobre todo, un enorme GRACIAS por querer ayudar e implicaros en proyectos como éstos. Seguid dando por los demás porque, tarde o temprano, os daréis cuenta de que se recibe más de lo que se pierde. En las manos de gente como vosotros está el mejorar poquito a poquito la sociedad.
Nuevi por fin es real, y ya se ha ganado muchos corazones. Entre todos podemos hacer de esto algo muy grande, aunque siempre pequeño, no vayamos a perder esa cercanía, ese contacto directo, pues he ahí el corazón del proyecto.
¡MIL GRACIAS Y A POR ELLO!
3,2,1... ¡Empezamos!
