Hace poco más de dos meses que la vida me volvió a presentar a una de esas personas. Una de esas personas que, en el anonimato, son inestimables héroes o heroínas; una de esas personas que son 100% persona y 500% corazón; una de esas personas que hacen que toda esta aventura no solo tenga sentido, sino que sea el viaje más bonito que jamás habría imaginado.
Un breve mes en el servicio de urgencias de pediatría me regaló la oportunidad de conocer a una mujer cuya empatía, cercanía, humildad y humanidad eran su sello de identidad. Conversamos poco al principio, algo más al final, aunque, realmente, en ese mes no llegamos a tener ninguna conversación verdaderamente larga. Yo apenas la conocía y ella a mi tampoco.
Una charla sobre la cooperación uno de los últimos días fue la puerta a la conversación que descubrió todo Nuevi. Sin embargo, ya había estado en esa situación de hablar de Nuevi antes con otras personas y, habitualmente, se convertían en historias sin verdadera continuidad.
Esta vez, sin embargo, no fue así y el 13 de mayo recibí el siguiente correo:
"Hola Álvaro!
¿Qué tal todo? ¿Has presentado ya el TFM? Espero que fuera todo bien (aunque en realidad no tengo ninguna duda después de la presentación que nos hiciste).
Te escribía para comentarte que todos los años en nuestra despedida de residencia se suele dar un recuerdo en plan chapas para la bata o cosas así. Este año hemos pensado que quizá ese dinero lo podríamos invertir mejor en otras causas y me acordé de ti. No se ¿cómo lo ves?
Un abrazo"
Sin palabras.
Sin palabras me quedé y sin palabras seguí. Decidimos adelantar una pequeña campaña de sensibilización con pulseras amarillas que será lanzada en septiembre. Resultó todo un éxito.
El 1 de junio esta maravillosa mujer terminó los 4 largos años de residencia de pediatría y se convirtió en una especialista. Una especialista que ojalá os toque cruzaros en el camino.
Una vez más, una clase magistral. Una vez más vemos que la solidaridad, que el preocuparse por los demás, tiene tantas formas de ser como ideas hay en el mundo. Una vez más nos damos cuenta de que la verdadera magia, la verdadera felicidad, la verdadera humanidad, está en estos corazones con piernas que, sin esperarlo, nos enseñan lo fácil que es empezar a cambiar las cosas.
Después de años dedicando gran parte de mi tiempo a esto, sigo convencido de que no hay nada como cobrar en vida, como cobrar en historias, como cobrar en humanidad. Ojalá pueda seguir años trabajando así, recibiendo el mejor salario del mundo.
En apenas 3 días nos vamos a Ghana, pero como ya veis, no es necesario ir lejos para ir dando pasitos.
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