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RD 2019, un mes de aprender

Ya estamos de vuelta en casa.


Ha sido un mes espectacular. Lleno de nuevos retos, trabajo, aprendizajes y personas maravillosas.


Como ya os comentábamos hace un par de semanas, la primera mitad del viaje la dedicamos a lo que llamamos la identificación del proyecto. Dicho de manera más simple, la primera mitad del viaje la utilizamos para juntarnos con la gente local y reír, hablar y compartir tiempo con ella mediante la organización de diversas reuniones. En esta fase (que realmente no acaba nunca) recogemos un poco cómo vive la gente, cómo funciona la sociedad local, sus características, su cultura, sus particularidades, sus potencialidades y muchísimas cosas más.


Todo esto tiene como fin hacer un mapa, una imagen, de la situación de esa población particular que, aunque puede tener similitudes con otras, será única e inigualable, porque no existen dos comunidades iguales en el mundo. Y de verdad que no; dos familias, dos equipos, dos grupos de amigas, dos grupos de trabajo… pueden ser similares, pero, aunque vivan en el mismo lugar y se dediquen a cosas parecidas, nunca serán iguales. Cada persona es única y la forma en la que se organiza también. Esa es la mayor riqueza y una de las cosas más bonitas que, en mi opinión, hay en la vida. La diversidad da sentido a la humanidad.


Y a esto fue a lo que dedicamos la mayor parte de las últimas dos semanas. En este punto, solo puedo felicitar y dar mi más sincera enhorabuena al equipo humano de la Fundación Mama Malta y a cada una de las personas de la comunidad que participó en el proceso. Tras horas de trabajo haciendo sudar las cabezas para preguntarse el porqué de todo lo que caracteriza a la comunidad de Bajabonico Arriba (municipio de Altamira, provincia de Puerto Plata, República Dominicana), ellos y ellas solas, de manera tan precisa como preciosa, consiguieron ilustrar la vida de una comunidad entera en una simple imagen llena de lógica, coherencia y realidad.





Ya con el mapa, empezamos a planear y proponer actividades de todo tipo para que la propia gente local pueda no solo enfrentar y lograr dar la vuelta a las situaciones negativas, sino que también se empodere, obtenga las herramientas, para mantener los objetivos en el tiempo o incluso volver a lograrlos si fuera necesario. Y todo esto, por supuesto, respetando y luchando en todo momento por líneas transversales como la equidad de género, el respeto al medio ambiente y el respeto de los derechos humanos.


Aún queda mucho por concretar, hacer y trabajar, pero vaya como vaya el futuro, este proceso por sí solo ya ha tenido un impacto muy positivo en mucha gente.


Si hubiera que resumir el mes en una palabra, sería “APRENDER”. Aprender de lo bonita que es la cultura, la humanidad, el trabajo social; aprender de ver aprender; aprender a pensar diferente, a descubrir nuevas perspectivas.

En la última reunión, Agustina, una heroína anónima, un ejemplo de superación, emprendimiento, trabajo y lucha por el empoderamiento de la mujer, además de una de las personas que más activamente trabajaron en todo este proceso, dijo algo como: “ha sido como empezar”. Le contesté que esa es la forma más bonita de trabajar, como si cada día fuese “como empezar”; con la humildad, la escucha, la ambición, la emoción, las ganas y el interés del primer día. Que esa fue, es y será siempre nuestra actitud en el trabajo.




Mil gracias por creer en todo esto, por hacer todo esto posible.


Pronto os contamos más cositas.


¡Un abrazo gigante!

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